
El hecho memorable del grito independentista que “absuelve” el yugo de la violencia, realmente no tenía una fecha premeditada, no obstante si se podía percibir una atmósfera concurrida basada en algún tipo de anomalía. Anomalía que da su éxtasis aquel indeleble viernes 20 de Julio que como se acostumbrase en aquel entonces, era un día de mercado donde el pueblo transitaba con cotidianidad las Santafereñas y empedradas calles.
La predominante relación de la dimisión y abandono del monarca español Fernando VII debido a la invasión francesa a España en 1808 concluye con coyunturas de separación de los poderes públicos en España, viéndose una organizaron de juntas de gobierno a nivel local en defensa de la inminente invasión, lo cual iba en aras de gobernar en ausencia del rey depuesto. Estas juntas pronto se unen y hacen un gobierno alternativo al impuesto por Napoleón. Este gobierno alterno poseía sinnúmero de representantes del reino de España y colonias anexas , sin embargo, la representación de las colonias es paupérrima frente a la dada por el reino español en su intrínseco territorio.
Póstumamente siguiendo la línea relación tiempo y espacio no es hasta en 1809 donde se elaboran los primeros gritos de libertad en América, en lo que hoy es Ecuador y Bolivia. En la Nueva Granada se habían gestado de manera similar, y ciudades como Cartagena y Mompox habían conformado juntas independentistas que buscaban mayor autonomía e incluso una independencia absoluta.
Organización, es la palabra clave en la formación de un sentimiento de emancipación, por ejemplo en la provincia de Santa fe se habían creado ya , juntas que lograron consolidar excelentísimos personajes; autoridades civiles e intelectuales criollos. Aquella oligarquía criolla que conformaba Camilo Torres, Acevedo Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano entre otros personajes que hoy son recobrados memorablemente como grandes dadivosos e ilustres sabios. Estos ganan respeto y protagonismo por sus sucesivos encuentros en las casas de los integrantes y luego en el observatorio astronómico. reuniones que como fin único buscaban pensar en la táctica política que provocaría una limitada y transitoria perturbación del orden público y así aprovechar para tomar el poder. es donde Don Antonio Morales manifiesta que un incidente con el comerciante peninsular Don José González Llorente seria la excusa perfecta e intervenir en el altercado le parece la más gustosa propuesta, lo llena de gozo y una jovial alegría.
“El día indicado a la tienda de Llorente
Ha pedido prestado, un florero elegante
Cuál fino adorno para ilustre
Convidado, da así comienzo al incidente.
Se arma la trifulca y se convoca el cabildo. Se firma el acta y ¡oh! Libertad."
¿Libertad?...
El episodio ocurrido el 20 de julio sintetiza no más, que las contradicciones del imperio español. Escapamos de virreyes españoles de monarquía, de sanguinarios guerreros, para ser gobernados por el patriciado criollo, por familias tradicionales, élites políticas que actúan como grupos herederos para recibir beneficios de su pueblo, aquel pueblo con el que lucharon algún día y con el que se enfrentaron de la mano por un ideal que se veía justo, para ver hoy como lo traicionan de la manera más hipócrita, constelación señorial, monopolio maldito, hegemonía corrupta.
Vago jactase de algunos ignorantes evocar democracia al poder votar; votar por fraudulentos candidatos que antes de nacer, el trono ya tenían dado. Ilustres gobernantes que callan como rezagados intelectuales o poco agraciados de moralidad a los verdaderos actores de la independencia, actores del teatro de lo correcto; comprensible el inimaginable dolor que debiesen sentir Túpac Amaru, José Antonio Galán, Isidro molina u Ortiz, hombres de elocuencia que terminaron como mártires sociales. Alabemos a esos ilustres gobernantes donde un pobre fin, justifica medios atroces y violentos. Gobernantes que detractan el sentido del poder político que es crear un bienestar común, donde así no seamos iguales lo digno impere, donde las revoluciones inconclusas se sellen y se de justicia.Que paguen los que deben pagar y participen los justos. Que un día nos llenemos de orgullo al elegir democráticamente a alguien, donde no se elija lo mejor de lo peor sino lo justo. Donde los que tienen una opinión diferente no sean tomados como alborotados malévolos sino hombres que deban ser escuchados por su pro de conciencia. La historia como experiencia, como trama casual y como hilo conductor formación de democracia política...
Celebrar una libertad nunca dada es nulo pero reconocer que vamos en una trasformación, en un proceso a instaurar una verdadera democracia es algo más objetivo y acertado. Que el bicentenario sea una experiencia para valorar nuestra actualidad y dar una prospectiva a un futuro diferente que elimine las secuelas de nuestro marginado pasado.
Y como dijo el libertador:
“Conquistamos la independencia pero aun no la libertad.”
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