Una reflexión acerca de una sociedad viciada que olvido el significado de hacer parte de una constitución constitucional.
Los coloquialismos construyen ideas de esos grandes conceptos que no entendemos, pero que la gente en general cree entender de manera correcta, que en el caso de la frase que hace parte del título de este texto, nos da una perspectiva de una sociedad en la que su dinámica gira entorno de un interés económico, una escala social y donde aquello del interés común no es tan atractivo. Al igual que hacer parte de un Estado de derecho, pasa de ser un garante dentro de un conjunto coherente de valores ético-políticos y se convierte en garante para poder pisotear al otro.
Con una constitución como la de 1991 en la cual existen instrumentos jurídicos para aplicación, donde hay reglas de todos (por lo menos en el papel), donde la constitución irradia las demás leyes y la misma hace intentos por establecer una capacidad evolutiva al igual que tiene como objetivo garantizar muchos aspectos de la vida del individuo, en una sociedad tan fragmentada con la nuestra, logra ser irónico que el discurso simplemente sea eso, discurso, y que no se asemeje mucho con la realidad.
Como lo diría Tulio Elí Chinchilla en su columna “La Lucha por exclusividades”. La sociedad tiene dos opciones: lucha por derechos o búsqueda de exclusividades, palabras que en mi opinión sintetizarían de alguna manera las problemáticas que enfrenta nuestra constitución, en una sociedad como la colombiana, donde se quiere estar dentro de un marco institucional que se pueda romper en algunos aspectos, pero del cual no se imagina no hacer parte y donde la rigidez de la ley depende del estatus socio-económico de a quien vaya ser aplicada.
Si bien pues, las constituciones tienen como objetivo solucionar algún problema de carácter socio-político y que por citar algunos ejemplos podríamos ver el caso colombiano del 91 al ser la constitución garante de paz y la constitución boliviana ser una ardua búsqueda de inclusión de la población indígena, no debe quedar en un objetivo utópico dichos planteamientos sino, ser una construcción real , donde esos peldaños que dejaron el imaginario francés con la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y su lucha por igualdad, (factores que fueron en parte motivación de la creación de nuestras cartas magnas en principio y sus derivadas transformaciones) sea algo latente y vivido por la sociedad , donde este exista como un espacio para la inclusión , donde se atienda de igual manera al campesino como al terrateniente , donde se tenga un servicio de salud digno , donde la corrupción no sea noticia rutinaria ,donde la educación pública en general no tenga nada que envidiarle a la privada y donde no se le tenga que hacer “conejo” al Estado porque se tiene credibilidad en él. Lográndose así los objetivos de una constitución constitucional.
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